La elevada opinión premencionada de los emperadores bizantinos sobre los abogados, no ha gozado, sin embargo, de mayor consenso Así, el ingenio popular ha motejado a los abogados de: "aves negras" o "cuervos", "picapleitos" y "leguleyos", y ha acuñado adagios epigramáticos en su contra. En tal sentido la leyenda ha llegado a sostener, irónicamente, que el único abogado que está en el cielo. -se trata de San Ives de Chermartin o Ives de Bretaña, que fue el patrono de la orden de los Abogados de Francia-, entró en él mediante argucia; aunque también existen al respecto varias versiones distintas.
Una cuenta que San Ives se presentó en el paraíso en compañía de un gran número de religiosos, y que mientras éstos San Pedro les dijo que debían esperar pues ya tenían una multitud de ellos, en cambio, como no había ningún abogado San Ives fue admitido de inmediato.
Otra más mordaz, refiere que San Pedro le negó el acceso a San Ives, al saber que era abogado; ante lo cual éste, lamentando el largo viaje realizado para llegar a las puertas celestiales que se le cerraban, rogó se le permitiese entrar tan sólo la punta de su nariz, a lo que San Pedro, complacido, accedió; luego de lo cual San Ives se volvió de espaldas y caminando hacia atrás se introdujo hasta la punta de su nariz, con lo cual ya se encontró totalmente dentro del cielo, del cual no pudo entonces ser echado, por ser irrevocable el ingreso al mismo; añadiéndose también, como variante, que cuando luego del prealudido ardid se pretendió expulsar a San Ives del Paraíso, éste, versado en el "procedimiento", se resistió a ello alegando que no se iría hasta que un ujier le notificara la expulsión, lo cual no pudo llevarse a cabo en razón de no haberlos en el cielo, donde así se quedo definitivamente.
Feliz A. Trigo Represas - Marcelo J. López Mesa, Principales supuestos de responsabilidad contractual; pág. 501
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